domingo, 20 de septiembre de 2009

Reflexiones en torno a nuestras muy criollas dictaduras

La noche de un martes vi por fin, la película completa titulada “la noche de los lápices”, entre otras cosas me produjo indignación y cierta ira contenida, su trama evidencia una fase negra de la historia reciente de los argentinos. Al principio me entusiasma observar en la película (a manera de testimonio por cierto) ese entusiasmo de los estudiantes por las ideas y los proyectos de cambio social, el interés por el debate por parte de los estudiantes de secundaria, algo inexistente en nuestra realidad. Los estudiantes universitarios peruanos ya no debaten, ni siquiera leen y los de secundaria están esforzándose por no madurar; con la complicidad de sus profesores y la tenaz insistencia de sus directores.

Me dirán muchos, pero que M… quieres; “terrucos”, me dirán los docentes que esos ejemplos son perniciosos y los apristas que hay que olvidarse de esas cosas, como bien lo ha hecho nuestro presidente Alan García. No faltara un loquito o un sinvergüenza que diga que la película es calumniosa para cualquier organización policial, nuestras fuerzas armadas (me remito a América Latina) han puesto las marquesinas en aquellos regimenes promovidos por las oligarquías y pagados por las transnacionales cuando de saquear se trataba.

En síntesis me indignó ver las maniobras de la dictadura de Rafael Videla, que me recordaba a Pinochet, Ríos Mont, Bordaverry, Trujillo y a Martín Rivas. Siquiera España y Alemania tuvieron dictaduras fascistas para perennizar el pasado pero sin faltarles ideología. Las dictaduras que les llamamos a veces fascistas en Latinoamérica carecen de inteligencias, carecen de preceptos ideológicos, presentan conductas lumpenescas y constituyen un homenaje a la irracionalidad.

Con lo visto en “la noche de los lápices”, indigna ver que a un estudiante o intelectual, no lo torture un adversario ideológico, el ejercito enemigo, sino un fortachón con uniforme que no sabe otra cosa que golpear a mansalva, y en momentos de “paz social” no tengan otra cosa que hacer; que cuidar discotecas de “ambiente” o algún sinvergüenza que le debe dinero a todo el mundo.