viernes, 15 de febrero de 2008

HAY! DE CHICLAYO...

Para quienes solo usan un lente de las gafas, Chiclayo es una ciudad que progresa gracias a la inversión privada y la acertada gestión del marketeado Yehude Simons y por esta economía globalizada que todo bendice.

Junto a este inobjetable avance comercial y el desmedido crecimiento de nuestra ciudad, no se define con nitidez los conceptos de desarrollo, al parecer solo nos abocamos a bendecir el crecimiento de la ciudad sin definir ni un solo concepto claro de lo que es desarrollo, sostenibilidad y viabilidad. Porque junto a esos supermercados, centros comerciales, consorcios esparragueros, modernos automóviles, casinos, hoteles, snacks. Yace una ciudad con gran riesgo sanitario; desagües colapsados, colinas de basura, esquinas meadas que han devenido en pútridos llanos sedimentarios. Además de la creciente inseguridad ciudadana.

Como no hacer un óleo testimonial con esta ciudad en la que transitan gente vestida y mal vestida en la misma acera. pollerías con la apariencia de una sala de convenciones y en la puerta de estas niños mendigando lo que sea, propinando verdaderos asaltos donde su única arma es la persuasión psicológica.

Como podemos imaginarnos a todo Lambayeque como una potencia turística si su capital Chiclayo no solo tiene ese radiante sol y a sus encantadoras mujeres, es también una de las ciudades mas meadas internacionalmente, con parques hediondos, chóferes imprudentes y mas de un mal borracho que nunca falta.

En este contexto pensar en Chiclayo como una ciudad ejemplo de modernidad y desarrollo, seria como esperar de Beto Torres un discurso redondo; persuasivo, sagaz y sobretodo que trasluzca el verbo convincente. Esperar de Yehude Simons una acción que no lo haga parecer el humanista que jamás cuestiona el neoliberalismo. Esperar que Velásquez Quesquén siga el ejemplo de Luis Heysen.

Es hora de escuchar voces inteligentes, de repensar Chiclayo y el desarrollo sostenible de la asimétrica socio-económicamente región lambayecana.

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